Afortunadamente, en nuestro país, se han
ido construyendo lentamente los derechos de los/as homosexuales, como por
ejemplo concebir el matrimonio como tal con la normalidad que requiere al igual
que el de una pareja heterosexual, así como la posible adopción de menores por
tales parejas. Pese a esto, sí que es cierto que aún quedan por establecer
algunos cambios que permitan la total libertad y dignidad de las personas
homosexuales en nuestra sociedad, cambios que, en muchas ocasiones son
boicoteados por la pertenencia a organizaciones y/o ciertas ideologías o
creencias que van en contra de los derechos humanos, pudiendo incluso a afectar
a los/as más pequeños/as en los centros educativos, conociéndose como “Bullying
Homofóbico”, recibiendo descalificaciones y burlas por los/as propios/as
compañeros/as de aula por tener (o no) inclinaciones homosexuales o, incluso,
ser hijos/as de éstos matrimonios.
Esto lo podemos observar hoy en día, en pleno
siglo XXI, donde, en vez de crear penas para aquellas personas que atenten
contra los derechos humanos, países como Rusia, se han enorgullecido de aprobar
una ley (cuya excusa es proteger a
los/as menores de edad), que consiste en vetar aquellas relaciones afectivas que
no sean tradicionales, traduciéndose, así, de ésta forma, en intentar
“suprimir” la homosexualidad en el país, produciéndose, como consecuencia, movilizaciones
en defensa de los derechos que les corresponden.
Si ya de por sí, en el país gobernado
por Vladimir Putin, antes era complicado que sus habitantes reconocieran
abiertamente su orientación sexual debido al acoso que se produce, con la
aprobación de ésta ley, se hace aún más difícil, logrando, de ésta forma, una
mayor persecución contra este colectivo.
La situación a la que conlleva éste tipo
de medidas, es hacia un rechazo y una homofobia de gran calibre, pues, según
datos del Centro Ruso de Opinión Pública, un 88% de la población encuestada
está a favor de la ley que veta la propaganda homosexual. Además, si
desgranamos este porcentaje, el 35% piensa que es una enfermedad y un 43%
piensan que es un mal hábito, siendo éste debido por la educación impartida por
padres y madres. Ambas cifras pertenecen a una encuesta llevada a cabo por el
Grupo Levada en Abril.
Otros países menos desarrollados como
Uganda, su presidente, Museveni, ha firmado una ley que castiga con penas de
prisión a los/as homosexuales del país, así como a aquellos/as familiares y/o
amigos/as que no denuncien a las autoridades competentes éstas prácticas. Esta
ley castiga con hasta catorce años de prisión las prácticas homosexuales y,
además, con cadena perpetua para las personas en lo que se denomina
“homosexualidad agravada”.
Esta Ley de persecución y castigo a
los/as homosexuales, ya fue aprobada en el mes de Diciembre por el Parlamento
de Uganda pero, sin embargo, Museveni decidió posponer su puesta en marcha tras
conocer los resultados de un estudio que encargó a catorce científicos. Dichos
resultados afirmaron que la homosexualidad no es genética, sino que viene dada
por una conducta social “anormal” aprendida tras las experiencias a lo largo de
la vida. Sin embargo, la polémica se desata, ya no sólo con la aprobación y entrada
en vigor de la ley, sino con una persecución hacia las personas homosexuales en
el país a través de una lista que contiene doscientos principales sospechosos/as
de ser homosexuales en un periódico del país tan solo un día después de la
aplicación de la norma de Museveni.
En definitiva, éste tipo de actos es lo
que está logrando que las próximas generaciones sean menos tolerantes, más
homófobas, racistas y xenófobas, pues, pese a que se cree una alarma social
ante éste tipo de legislaciones ya aprobadas, sí que es cierto que la
movilización ante ello apenas se ha oído, así como la denuncia social.
Por todo esto, desde el Trabajo Social,
afirmamos que los/as profesionales de ésta disciplina, tiene una labor muy
importante en el ámbito político e institucional, salvaguardando, de ésta
forma, los derechos humanos de cada ciudadano/a, así como respetar su dignidad
y sus valores personales.
Por esta razón, reivindicamos la
profesión y sus múltiples funciones de los/as trabajadores/as sociales, pues se
tiene, en ocasiones, la mirada que dichos profesionales desempeñan funciones de
carácter asistencial o prestacional, olvidando, de esta forma, las grandes
capacidades que puede desarrollar en la sociedad, como, por ejemplo, la
cooperación entre el pueblo y los/as políticos en beneficio del primero,
salvaguardando y garantizando los valores que tenemos cada uno/a, y el respeto
a elegir la vida que queremos, sin ser perseguidos/as por nuestros actos por
ninguna organización o partido político.
González
Stéfani, Gerardo Néstor
Navas
Glembotzky, Teresa
13
de Marzo del 2014
3º
de Grado en Trabajo Social.
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