Hoy ha llegado a mí una noticia
que merece al menos de una reflexión. Un hombre condenado a pena de muerte en
Oklahoma, el día de su ejecución después de administrarle la inyección letal
muere cuarenta minutos después agonizando, sufriendo convulsiones fortísimas y
sufriendo además un gran ataque al corazón que acabo con su vida.
Más allá de este suceso os
propongo una reflexión que batalla con un gran debate moral; ¿hasta qué punto
es la pena de muerte una solución significativa y efectiva? ¿Es acaso un modelo de castigo cuya
pretensión es mitigar los delitos más graves? Hasta qué punto beneficia a la
humanidad aceptar y normalizar la pena de muerte, creando un clima vengativo así
como el hecho de estar a favor de ella,
que no es otra cosa que estar a
favor de decidir sobre el derecho a la vida ?
Y en definitiva, ¿Debe importar el impacto social que la pena de muerte pueda
generar a largo plazo en el hecho de ampliar los márgenes que hoy la delimitan?
Un saludo.
Laura Fernández (3º Trabajo
social)
No hay comentarios:
Publicar un comentario