Ya hace
días que pude ver el magnífico discurso de Emma Watson en Naciones Unidas y he
de decir que fue inspirador. Nuestra chica más mágica e inteligente de Hogwarts
ha demostrado serlo en el mundo mágico y en el mundo muggle, (permitidme ser también
algo friki antes de ponernos serios).
Para
todas aquellas personas que no hayáis podido escucharlo, que os de pereza
porque está en inglés o por que no queréis leer subtítulos ya que os resultan
demasiado agotadores y pasan demasiado rápido, dejadme que os cuente cómo en
algo más de 11 minutos esta chica hace reflexionar a todos sobre la supuesta
posición de ventaja de los hombres.
Emma,
comienza su discurso introduciéndonos la definición correcta de feminismo, que
a menudo es confundido con el hembrismo:
“For the record, feminism by
definition is: “The belief that men and women should have equal rights and
opportunities. It is the theory of the political, economic and social equality
of the sexes”.
Partiendo de
dicha base errónea de creer que el feminismo atenta contra la integridad de los
varones, o más bien contra su figura o estereotipo de rol, comienza a
desenvolver todo su discurso. Parte de la reflexión interior que ella misma ha
llevado a cabo de su persona y del contexto que le rodea. Con cuatro simples
ejemplos nos muestra la cruda realidad a la que se enfrentan varones y mujeres
por el hecho de haber nacido de un género u otro.
“I started questioning gender-based assumptions when at eight I was
confused at being called “bossy,” because I wanted to direct the plays we would
put on for our parents—but the boys were not. When at 14 I started being
sexualized by certain elements of the press. When at 15 my girlfriends started
dropping out of their sports teams because they didn’t want to appear “muscly.
When at 18 my male friends were unable to express their feelings”.
Puede que solo veamos una cara
de la moneda en esta discriminación por género y consideremos que es solo son
las mujeres quienes están reprimidas, pero no es así, los hombres lo están del
mismo modo en el que lo estamos nosotras. No se les permite jugar con muñecas
cuando son niños o empujar los carritos de paseo con sus amigas porque “eso es
de niñas” a pesar que cuando sean mayores y tengan hijos lo harán. Si lloran se
les reprimen las lágrimas y se les dice “compórtate como un hombre”, “los
chicos no lloran”, así se estén muriendo del dolor y la pena. Pero a ninguno/a
nos ha dado por pensar que eso está minando su persona día a día.
¿Por qué tanto miedo a una
palabra, a un concepto que nos engloba a todos, que trata de salvarnos a todos?
“Why is the
word such an uncomfortable one?”
Hace poco partí con unos
compañeros rumbo a Guatemala y en el viaje pude observar como los estereotipos
de género están diezmando las posibilidades de evolucionar a la comunidad,
entre otros muchos factores. La mujer guatemalteca (y esto es interpretación
personal), aunque no se le niega su participación en la sociedad, en el hogar
está anulada. Os pondré un ejemplo práctico.
En mi estancia en Guatemala tuve
la oportunidad de realizar prácticas en SER, (Servicios para el Desarrollo),
una ONG que principalmente lleva a cabo su tarea profesional en materia de
agua. El agua potable es escasa en el territorio de las comunidades mayas y los
sistemas de agua inexistentes en la mayoría. Aunque todos nosotros podemos
interiorizarlo como un problema de primera necesidad requiriendo su solución,
el varón maya no lo considera como tal. Y es que ellos no se desenvuelven en su
día a día con esa necesidad, porque no cuidan el hogar, no cocinan, no lavan,
no llevan a cabo la crianza de los hijos en conjunto a la mujer, y por ende no
entienden cuál es el problema si no hay sistemas de agua. ¿No está esto importunando
la salud de sus hijos? Son las mujeres quienes se mueven en busca de ese
cambio, de esa mejora comunitaria y por ello se convierten en las lideresas de
los COCODES, (Los Concejos Municipales de Desarrollo),
tratando y en la mayoría de los casos consiguiendo, que la comunidad sea parte
activa de dicho cambio, involucrando claramente al varón. Pero no son ellas las
únicas que trabajan en pro de tal implicación, sino que los trabajadores y
trabajadoras sociales se adentran en las comunidades, se las recorren a pie y
conocen a su gente para así poder llevar a cabo las capacitaciones de los
miembros de la comunidad con el fin concientizador. Esto es ese “hacer la
calle”, esa famosa frase que oímos y utilizamos mucho que no es otra cosa que:
esa parte del TS que a todos nos gusta tanto y que tan acomodadamente dejamos
escapar para que vengan otros profesionales que lo hagan por nosotros y después
quejarnos.
Una vez expuesto todo lo
anterior he de decir que me siento muy orgullosa de pertenecer a ese pequeño
porcentaje de personas que saben qué es el feminismo y que presumen orgullosas
de ser, de ser parte de ese porcentaje que hará que el feminismo se convierta
en lo que debería ser, un movimiento transversal comandado por mujeres y
hombres que enseñen a otras mujeres y hombres, futuros o presentes, que los
estereotipos de género oprimen a ambos géneros.
Esta es mi pequeña contribución
a la campaña #HeForShe, la misma que no se detendrá aquí, en esta hoja de Word,
en esta entrada en Blogspot, sino que irá más allá y poco a poco se irá colando
en la familia, en la mía propia, de manera personal, y en, muchas más como
profesional.
Victoria Ramos Saldaña.
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