miércoles, 9 de mayo de 2018

NUESTRO PRIMER COMPROMISO CON EL TRABAJO SOCIAL COMUNITARIO


La asignatura de PRACTICUM de Investigación y Diagnóstico fue nuestra primera toma de contacto con el exterior del contexto universitario. A nuestro grupo le tocó la Asociación del barrio de Puerta de Cuartos, que es uno de los barrios más antiguos de Talavera.



Empezamos investigando en la Asociación de Vecinos, hablando con las dirigentes, Lali y Belén, con la trabajadora social que se ubicaba en el mismo centro, la población habitante, así como los informantes clave y distintas fuentes bibliográficas.

Con esto, nos encontramos con un barrio envejecido, afectado por el desempleo, en el que la población protestaba acerca del cierre de pequeños comercios a causa de la apertura de grandes superficies. Además había una alta tasa de analfabetismo debido a las elevadas edades de la población, que no habían tenido nunca oportunidad de estudiar (12% tenía el graduado escolar y un 1% título universitario), por lo que el temor acerca de la extinción de los pequeños comercios familiares se hace evidente de cara a un nuevo trabajo. La población actual del barrio se encontraba formada por unos 7.000 habitantes en la actualidad.

Los vecinos del barrio tenían la sensación de falta de cohesión e intereses comunes entre los vecinos de “toda la vida” y los nuevos vecinos que comenzaban a vivir en el barrio  (a esto haremos referencia más tarde, para decir una de las potencialidades que tiene el barrio en cuanto a los estudiantes que viven en él), hacían referencia también a las molestias acerca de la existencia de un bloque de viviendas ocupadas ilegalmente en la zona de la Algodonera, del cual no nos puedo dar más información porque nadie se había acercado allí.

A raíz de una entrevista con la trabajadora social de la Asociación Ruiz de Luna de Puerta de Cuartos, se nos informó de la existencia de 20 casos de absentismo escolar en la zona, acerca de los cuales la profesional no nos pudo dar más información porque no había investigado ni observado las distintas situaciones del barrio en su realidad viva.

Tras esto hablamos con la trabajadora social (se va turnando) de los distintos centros escolares (Federico García Lorca, San Juan de Dios y San Ildefonoso) que nos informaron sobre la relación de estos informes de absentismo escolar con niños de etnia gitana.

Gracias a un compañero nuestro, David Lara, descubrimos que el bloque de viviendas de protección oficial estaba habitado por personas de etnia calé.

Con esto, comenzamos a unir sucesos y decidimos acercarnos al bloque de viviendas para observar y hablar con algún vecino. La predisposición y colaboración de la comunidad de vecinos y el presidente fue magnífica, nos ayudaron a recabar toda la información que necesitábamos en cuanto a los casos de absentismo y desescolarización en la comunidad. Con todos estos factores, encontramos finalmente factible y necesaria la intervención en el bloque de viviendas, para trabajar con los casos de absentismo y desescolarización de los niños de etnia gitana.






La problemática de la que nos estamos ocupando es multifactorial, por lo que no podemos identificar un solo factor que desencadene todo. (A pesar de que todo se iniciase con la problemática del absentismo escolar).

Basándonos tanto en la visión del colectivo calé residente en el bloque de viviendas de la Algodonera, como en los datos obtenidos de la trabajadora social de los colegios Federico García Lorca, San Juan de Dios y San Ildefonoso, observamos la existencia de incomprensión entre los niños de etnia gitana y los niños de etnia paya, los cuales se ven diferentes a los otros, generando una brecha de diferencia cultural entre ambos grupos. Esto es producto de la cultura que es inculcada en los espacios cotidianos del colectivo calé y payo basada en prejuicios y estereotipos.

Por otra parte, las familias gitanas se sienten incomprendidas y desesperanzadas hacia los centros educativos. Desde el colegio a menudo se cita a los tutores del menor para hablar sobre el problema concerniente al niño, sin embargo, muchas familias no acuden por ese sentimiento de incomprensión, ya que sienten que el centro educativo no entiende sus valores, su trayectoria vital, sus recursos y en definitiva, su cultura y todo lo que ella conlleva, así como el malestar de sus hijos en el centro educativo, al enfrentar diversos actos discriminativos.

Este sentimiento del colectivo gitano está correctamente fundamentado en muchos de los casos.
Los hechos expuestos anteriormente generan una incomodidad entre los niños que acuden al colegio, dando pie a situaciones discriminatorias y por tanto de exclusión hacia la minoría, en este caso el colectivo gitano.

El conflicto de culturas hace sentir desprotegidos a los niños pertenecientes a la etnia gitana respecto del resto de niños payos. La consecuencia de esto es que los niños de etnia gitana se sientan incómodos y envueltos en una situación de desconfianza hacia la institución educativa. Adicionalmente, el aliento de los progenitores hacia la no escolarización, o a entender y permitir que los menores no quieran ir al centro educativo genera malos resultados académicos, absentismo escolar e incluso en algunos casos tomando otras experiencias como referencia, la desescolarización de otros muchos niños.

Llegados a este punto, si ampliamos nuestras miras hacia el futuro, con las premisas dadas existirán problemas formativos y en consecuencia se prevé la dificultad a empleos estables y con remuneración digna, y la inexistencia de pensiones futuras y demás ayudas económicas estatales. Así mismo, se ven truncadas sus posibilidades de acceso a empleos en muchos más ámbitos laborales en relación con aquellas personas que tienen un mayor nivel formativo.

Los hechos expuestos anteriormente dan origen a dificultades para acceder a viviendas reguladas por la ley y en condiciones dignas para llevar una vida normalizada. Estos impedimentos ocasionan la exclusión de este grupo por parte de la sociedad y a su vez, su propia exclusión por el sentimiento de minoría y de falta de oportunidades.


Esta fue una intervención con la que empatizamos todo el grupo, y sentimos esa injusticia al analizar y escuchar a las dos partes del problema: el centro educativo y la población gitana.
Comprobamos que es “la pescadilla que se muerde la cola”.


En este caso, encontramos las siguientes potencialidades.

·      Existe una actitud receptiva al cambio por parte del Presidente de Vecinos del bloque de viviendas de La Algodonera, su familia y algún vecino más tras la toma de contacto con el colectivo.
·      Las personas mencionadas anteriormente tienen consciencia del problema y mantienen una actitud parcialmente crítica y abierta con respecto a las acciones del colectivo. Consideran la educación como un factor importante para poder sentirse incluidos en la sociedad y tener un buen futuro, y así no desprestigiar al colectivo gitano.
·      Implicación por parte del presidente para establecer lazos con la asociación Ruiz de Luna y hablar con las demás familias del bloque facilitando así el trabajo a nuestro grupo de investigación.

Consideramos que un encuentro entre la Asociación de Vecinos Ruiz de Luna y el bloque de viviendas sería beneficioso para que en el futuro la Asociación tuviese en cuenta  la situación del bloque de viviendas, la posibilidad de cooperación de cara a una integración del bloque de viviendas con el resto de vecinos del barrio, así como contribuir al sentimiento de exclusión de los vecinos de los pisos de protección de la Algodonera.

Organizamos una jornada de juegos interactivos para los niños del barrio de Puerta de Cuartos, cerca del bloque de viviendas, con merienda y animación.

Acudió la concejala de Participación Ciudadana de Talavera de la Reina, María Victoria González Viches, la presidenta de la Asociación de Vecinos Ruiz de Luna, Belén; Lali , expresidenta de la misma, y distintas personas pertenecientes a ella, presidentes de otras asociaciones de vecinos de la localidad, así como el presidente de la comunidad del bloque de la Algodonera y varias familias que participaron en la actividad.


Aprovechamos la jornada para hablar a los padres y madres de los niños sobre la importancia de la escolarización e ir al colegio, señalarles los puntos de información y hablar con los niños sobre lo que querían ser de mayores y la importancia de los estudios para prosperar.




















CONCLUSIÓN

Comenzamos analizando una problemática de absentismo escolar, en la que a medida que íbamos adentrándonos para entender un poco más, tirábamos del hilo descubriendo una problemática mayor aún, que concernía a todo el barrio, de la cual todos tenían idea pero nadie se acercó a comprender, abordar o solucionar, ni siquiera la trabajadora social del centro.

Por ello remarcamos la importancia de un trabajo social activo y participativo en el que salgamos del centro a hacer observación, a entender un poco más a fondo, a hablar con los usuarios fuera del contexto institucionalizado del despacho.

Es importante tener una visión holística, no entender las problemáticas como independientes, sino buscar la conexión que seguramente exista entre unas y otras, sobre todo en un contexto como es el barrio, en el que todo está interconectado.

Con esta experiencia, pudimos ver además que “no todo es lo que parece”, por el grato recibimiento que nos dio la comunidad de vecinos de etnia gitana y su predisposición al cambio y por todo lo que había latente tras esa el enunciado de “absentismo y ocupación ilegal de viviendas”.

La comunidad es una unidad en sí, llena de vida, de la que nos queda aún mucho por trabajar, y con cuyo trabajo se recogen grandes frutos al final de la intervención. Necesitamos un ejercicio activo por parte del trabajador social POR y PARA la comunidad, somos sociales y somos relaciones, somos COMUNIDAD.


FONTEMOS UN EJERCICIO ACTIVO Y LA TOMA DE UN ROL PARTICIPATI EN EL TRABAJO SOCIAL DE BARRIO Y COMUNIDADES.
Agradecimientos:
 Asociación de Vecinos Ruiz de Luna, dedicado especialmente a Belén y Lali.
Profesoras de la UCLM Patricia Fernández Montaño y Patricia Fernández de Castro.
Familias del inmueble de la Algodonera, por su implicación y participación.


   




David García Moreno y Alba Díaz-Tendero